El DME y el bioDME tienen una serie de usos en los productos y se utilizan más comúnmente como sustituto del propano en el gas licuado de petróleo (GLP), pero también pueden utilizarse como sustituto del gasóleo en el transporte. El combustible diésel contiene más energía por galón que la gasolina que utilizamos en la mayoría de los coches de pasajeros, y donde el metanol puro no sería capaz de alimentar un motor diésel con la misma eficacia, el DME sí puede hacerlo.
Hoy en día, el DME se produce principalmente mediante la conversión de hidrocarburos a través de la gasificación en gas de síntesis (syngas). A continuación, el gas de síntesis se convierte en metanol en presencia de un catalizador (normalmente a base de cobre), y la posterior deshidratación del metanol en presencia de un catalizador diferente (por ejemplo, sílice-alúmina) da lugar a la producción de DME.
Además de poder producirse a partir de una serie de recursos renovables y sostenibles, el DME también presenta ventajas sobre el combustible diésel tradicional debido a su elevado número de cetano, que mide la calidad de la combustión del combustible diésel durante el encendido por compresión. Al tener una combustión más completa, un motor adaptado para funcionar con DME puede lograr una mayor eficiencia, un mejor kilometraje y una reducción de las emisiones.