4 historias de verdaderos jefes de la mafia rusa que avergüenzan a Hollywood
La cultura criminal rusa es algo especial. Tradicionalmente, recibe el nombre de «ladrones-en-ley», y los capos de alto rango que viven según un código estricto (sin vínculos ni cooperación con el poder), son los que más respeto y autoridad tienen. Aunque son pocos los que realmente siguen ese código (ponyatiya – las entendederas), es casi imposible ascender en el escalafón de la élite criminal sin, al menos, fingir que lo siguen.
En la década de los 90, el mundo criminal de la Rusia postsoviética estaba revuelto. Jóvenes y despiadados gánsteres desafiaban a los viejos ladrones-suegros, bandas y clanes libraban batallas territoriales conocidas como razborki, dejando numerosos cadáveres. Aquí están las historias de los cuatro gánsteres rusos más infames: tres ya muertos, el otro entre rejas.
Sergey Timofeev (Silvester)
Timofeev, apodado Silvester por su afición a Rambo y Rocky, lideraba la banda más influyente de Moscú, con sede en el distrito de Orekhovo. A principios de los años 90, en el punto álgido de su carrera, Silvester controlaba más de 30 bancos y todos los mercados de la ciudad y su fortuna se contaba en miles de millones de rublos. Bastante bien para un hombre que solía ser conductor de tractores.
A menudo se le llama el «director general del crimen de Moscú», Timofeev pertenecía a la nueva generación de delincuentes de los 90, que despreciaba a la ponyatiya y a los antiguos ladrones-en-ley. «No aceptaba este código, no lo necesitaba», afirma el policía de alto rango Alexander Gurov. Los «soldados» de Silvester eran extremadamente violentos y no les importaba torturar o matar a los niños.
Timofeev tenía tantos enemigos que aún no está claro quién lo hizo volar en pedazos en su Mercedes-Benz el 13 de septiembre de 1994. Persisten los rumores de que Silvestre fingió su muerte y desapareció con su dinero, dejando a otros criminales para que lucharan por su trono.
Vyacheslav Ivankov (Pequeño Japonés)
A diferencia de Silvester, Ivankov, o Yaponchik (literalmente Pequeño Japonés), era un ladrón de la vieja escuela, de los primeros que utilizaron el chantaje y la extorsión para estafar a los empresarios en los años 70. Su autoridad era grande: El Pequeño Japonés poseía el llamado obshchak (fondo común de los ladrones), un privilegio del que sólo gozaba la crème de la crème del mundo criminal.
La ley no estaba contenta con el éxito de Ivankov: pasó la década de los 80 en prisión, y sólo fue liberado en 1991 para participar en la guerra entre bandas eslavas y caucásicas. Un año más tarde, decidió empezar de nuevo y se marchó de Rusia a EE.UU. Los estadounidenses apenas le dieron la bienvenida y lo encarcelaron durante nueve años en 1995.