Las benzodiacepinas se utilizan cada vez más para tratar el dolor, según un análisis de los datos de 386.457 consultas externas entre 2003 y 2015. Los investigadores determinaron que la proporción de esas visitas relacionadas con el alprazolam (Xanax-Pharmacia & Upjohn Co.), el diazepam (Valium-Roche) u otra prescripción de benzodiazepinas casi se duplicó del 3,8% al 7,4%. Mientras que el uso para indicaciones clásicas como la ansiedad, la depresión, el insomnio y las convulsiones se mantuvo relativamente estable, gran parte del aumento de la actividad de prescripción provino de los médicos de atención primaria que trataron a pacientes con dolor de espalda u otros dolores crónicos. Esas prescripciones representaron el 8,5% del uso de benzodiazepinas en 2015, frente al 3,6% en 2003. Utilizar las benzodiacepinas como alternativa a los opioides es una mala idea, según el coautor del estudio, el doctor Sumit Agarwal, del Hospital Brigham and Women’s de Boston. Citó los posibles efectos adversos -incluidas las propiedades adictivas y los problemas respiratorios- que pueden producirse de forma muy similar a los opioides. «Están implicados en caídas y fracturas, accidentes de tráfico, sobredosis y muertes», advirtió Agarwal. «Estos riesgos son aún más pronunciados cuando se combinan con otros fármacos que alteran el sistema nervioso central». El estudio descubrió que la proporción de pacientes que tomaban benzodiacepinas de forma concomitante con opioides se cuadruplicó del 0,5% al 2% durante el periodo de estudio, y el número que las tomaba al mismo tiempo que otros medicamentos sedantes se duplicó del 0,7% al 1,5%. Los investigadores informan de su trabajo en JAMA Network Open.