A pesar de tener un patrimonio neto de más de 4.000 millones de dólares y de ser la fuerza motriz de Starbucks durante más de tres décadas, Howard Schultz dice que sólo es un tipo medio, como tú.
«No tengo un MBA. No fui a una escuela de la Ivy League», dice Schultz a Masterclass.com en una serie de 13 partes sobre liderazgo empresarial. «Sólo soy una persona normal como tú que tuvo el sueño de intentar construir una gran empresa duradera».
Hoy en día, Starbucks tiene una capitalización de mercado de más de 100.000 millones de dólares.
Schultz, que creció en la pobreza y vivió en una vivienda pública en Brooklyn (Nueva York), compró la franquicia de café de Seattle en 1987 por 3,8 millones de dólares tras encontrar inversores (entre ellos el padre de Bill Gates) que le ayudaran. Hizo que la empresa pasara de 11 tiendas a más de 3.500 locales en más de 75 países.
Schultz, de 66 años, que ahora es presidente emérito de Starbuck’s tras retirarse como presidente ejecutivo en junio de 2018, dice que la única diferencia entre él y la mayoría de la gente es que luchó contra las dudas sobre sí mismo y se lanzó de cabeza.
Dice que está bien tener dudas sobre tu capacidad para tener éxito, recaudar dinero o incluso atraer a las personas adecuadas a veces. Pero bajo ninguna circunstancia puedes dudar de «tu compromiso y convicción para hacer lo que te propones», que para él fue convertir Starbucks en una marca internacional.
Schultz continúa diciendo que no habrá ningún momento «mágico», tiempo o fórmula que te ayude a iniciar tu emprendimiento, sólo tienes que hacerlo «con gran disciplina y reflexión».»
«No hay un solo libro de texto, no hay un mentor, no hay una herramienta primordial para que te lances a esa piscina que no sea tu propia valentía y convicción de la idea y este momento para ti y tu familia», dice a Masterclass.com.
Schultz atribuye su éxito con Starbucks a su férrea determinación y a su inquebrantable persistencia.
«Quise que sucediera», escribe Schultz en sus memorias, «Pour Your Heart Into It». «Tomé mi vida en mis manos, aprendí de cualquiera que pudiera, aproveché las oportunidades que pude y moldeé mi éxito paso a paso».
Schultz es consciente de que el espíritu empresarial no es para todo el mundo, pero sigue animando a la gente a vivir la vida al máximo y a no arrepentirse.
«Tienes que encontrar tu posición en la vida. Pero si está en tu sangre -y sólo tú sabes si lo está- entonces tírate a la piscina.»
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