Nada es más interesante que un escape de unas ataduras aparentemente insuperables, lo que puede explicar por qué a los magos les va sorprendentemente bien con las damas. Si bien es posible que aún no esté listo para salir de una camisa de fuerza, todavía puede asombrar a una multitud escabulléndose de un juego de esposas.
1. Considera la situación
Antes de liberarte de las esposas, asegúrate de que tu atrevida huida es una buena idea. Si las fuerzas del orden le pusieron las esposas en primer lugar, manténgalas puestas – liberarse sólo empeorará su situación. Utiliza esta maniobra sólo en contextos recreativos.
2. Sujétalo con horquillas
Todas las películas de espías que has visto tenían razón; las horquillas son increíblemente útiles para escaparse de las esposas. Pídele a un amigo que te espose las manos delante de ti, y luego averigua cómo recuperar una horquilla que hayas escondido en alguna parte de tu cuerpo. Tira de las pequeñas puntas de goma del extremo.
3. Redondea las curvas
Tu horquilla no va a estar lista de inmediato. Prepárala desdoblando la horquilla para que sus dos mitades formen un ángulo recto. Utilizando unos alicates o el ojo de la cerradura de las propias esposas, dobla la punta de la parte recta de la horquilla para que termine con lo que parece una pequeña «L» mayúscula.
4. Entra en el agujero
A diferencia del cerrojo de la puerta de casa, la cerradura de las esposas no es especialmente complicada. Para abrirla, desliza el extremo angular de tu horquilla en la parte fina del ojo de la cerradura. Mientras presionas, gira la ganzúa en la ranura. Puede que te cueste unos cuantos intentos, pero la cerradura debería abrirse.