El sueño: una necesidad humana básica, y sin embargo, a menudo una fuente de frustración.
Desde ataques ocasionales de inquietud hasta insomnio crónico, los problemas de sueño pueden afectar a cualquier persona a cualquier edad, pero son especialmente comunes -y difíciles de resolver- en las personas con demencia (1, 2).
¿Por qué? Como ocurre con muchos aspectos de la demencia, aún no lo sabemos. Los problemas de sueño pueden estar relacionados con cambios en el cerebro que afectan al «ritmo circadiano» o reloj corporal (3). Como resultado, las personas con demencia a menudo tienen problemas para conciliar el sueño o permanecer dormidos por la noche, se despiertan temprano o con frecuencia, y a menudo deambulan por la noche, arriesgándose a caídas y otras lesiones. Las noches de vigilia suelen ir seguidas de una somnolencia excesiva durante el día (3). Es un problema angustioso que puede afectar a la calidad de vida de las personas con demencia, así como a la de sus cuidadores.
Aunque los somníferos recetados y las ayudas para dormir de venta libre pueden ayudar a las personas con problemas de sueño, no está claro si funcionan de la misma manera en las personas con demencia. También existe la preocupación por los efectos secundarios perjudiciales (4).
Los autores de una reciente revisión sistemática esperaban aprender más sobre qué medicamentos funcionan mejor para ayudar a las personas con enfermedad de Alzheimer y trastornos del sueño (3). A los participantes se les administraron los medicamentos para el sueño prescritos habitualmente. Se midió la cantidad y la calidad de su sueño mediante sensores de actividad y se comparó con las personas de los grupos de control, que recibieron un placebo.
Lo que nos dice la investigación
Desgraciadamente, no parece haber una solución fácil para el sueño. En los estudios se incluyeron tres medicamentos comunes, como la hormona melatonina (cuatro ensayos), el antidepresivo trazodona (un ensayo) y el sedante ramelteon (un ensayo). Ninguno de estos medicamentos ayudó significativamente a mejorar el sueño en personas con demencia (3).
Aunque no es tan útil averiguar lo que no funciona -especialmente para las personas desesperadas por dormir bien- estos hallazgos pueden ayudar a las personas con demencia y a sus cuidadores a evitar tomar una medicación innecesaria.
Además de los tres fármacos incluidos en esta revisión, aún no sabemos lo suficiente sobre los beneficios y los riesgos de otros medicamentos comunes para dormir como para recomendarlos… sin embargo, a muchas personas se les recetan estos fármacos de todos modos.
Hasta que sepamos más, merece la pena probar enfoques más seguros no farmacológicos para fomentar el sueño. Algunas ideas son: establecer rutinas diarias constantes (por ejemplo, horarios de despertar, de comer, de acostarse); hacer ejercicio con regularidad; restringir las horas de siesta durante el día; y garantizar un entorno cómodo, de temperatura controlada y relajante para dormir (5). La fototerapia, que consiste en exponer a las personas a cantidades mínimas de luz brillante durante el día, también podría ayudar a restablecer los ritmos circadianos y mejorar el sueño nocturno (6).
Puede ser necesario probar y equivocarse para encontrar la estrategia adecuada. Lo ideal es que se pueda poner en marcha un plan seguro y eficaz que permita a todos descansar con tranquilidad.