Las referencias más antiguas (por ejemplo, Littlehales 1930) consideran que las cuencas oceánicas son el complemento de los continentes, que la erosión domina a estos últimos y que los sedimentos así derivados terminan en las cuencas oceánicas. Fuentes más modernas (p. ej, Floyd 1991) consideran las cuencas oceánicas más como llanuras basálticas que como depósitos sedimentarios, ya que la mayor parte de la sedimentación se produce en las plataformas continentales y no en las cuencas oceánicas geológicamente definidas.
Hidrológicamente algunas cuencas geológicas se encuentran tanto por encima como por debajo del nivel del mar, como es el caso de la cuenca de Maracaibo en Venezuela, aunque geológicamente no se considera una cuenca oceánica porque se encuentra en la plataforma continental y está subyacente a la corteza continental.
La Tierra es el único planeta conocido del sistema solar en el que la hipsografía se caracteriza por tener diferentes tipos de corteza, corteza oceánica y corteza continental. Los océanos cubren el 70% de la superficie de la Tierra. Dado que los océanos se encuentran a menor altura que los continentes, los primeros sirven como cuencas sedimentarias que recogen los sedimentos erosionados de los continentes, conocidos como sedimentos clásticos, así como los sedimentos de precipitación. Las cuencas oceánicas también sirven como depósitos para los esqueletos de los organismos que segregan carbonato y sílice, como los arrecifes de coral, las diatomeas, los radiolarios y los foraminíferos.
Geológicamente, una cuenca oceánica puede estar cambiando de tamaño de forma activa o puede ser relativamente, tectónicamente inactiva, dependiendo de si hay un límite de placa tectónica en movimiento asociado a ella. Los elementos de una cuenca oceánica activa -y en crecimiento- incluyen una dorsal oceánica media elevada, colinas abisales flanqueantes que descienden a llanuras abisales. Los elementos de una cuenca oceánica activa suelen incluir la fosa oceánica asociada a una zona de subducción.
El océano Atlántico y el océano Ártico son buenos ejemplos de cuencas oceánicas activas y en crecimiento, mientras que el mar Mediterráneo se está reduciendo. El océano Pacífico también es una cuenca oceánica activa y en contracción, aunque tiene tanto dorsales como fosas oceánicas. Quizá el mejor ejemplo de cuenca oceánica inactiva sea el Golfo de México, que se formó en el Jurásico y desde entonces no ha hecho más que acumular sedimentos. La cuenca de las Aleutianas es otro ejemplo de cuenca oceánica relativamente inactiva. La cuenca de Japón, en el Mar de Japón, que se formó en el Mioceno, sigue siendo tectónicamente activa, aunque los cambios recientes han sido relativamente suaves.