Narcisismo es una conducta o manía típica del narciso. Este adjetivo, que proviene del personaje mitológico Narciso, hace referencia al hombre que se precia de hermoso, que está enamorado de sí mismo o que cuida demasiado su compostura. El narcisismo, por lo tanto, es la complacencia excesiva en la consideración de las facultades propias.
Muchas son las características que pueden identificar a la perfección lo que es la personalidad de un narcisista. No obstante, entre todas ellas destacan que aquel tiene un punto de vista de la vida que considera irrefutable y cierto, tiene una necesidad inagotable de adulación y admiración, vive permanentemente preocupado de sí mismo y de sus necesidades…
Eso supone que, entre otras cosas, las personas narcisistas suelan rodearse de otros individuos que consideran inferiores que ellas bien, por determinadas circunstancias, o bien porque así aquellos lo hacen creer por puro interés.
Tampoco podemos pasar por alto el hecho de que los narcisistas están tan llenos de su ego, de adularse, de ensalzarse y de convertirse en poseedores de la más absoluta verdad que suelen carecer de todo tipo de reflexión tanto sobre su vida en particular como de la general.
El concepto fue desarrollado por el austriaco Sigmund Freud y engloba a una serie de características de la persona vinculadas a la vanidad y el ego. Estas propiedades pueden hacer que el narcisista tenga problemas para desempeñarse en la sociedad.
El mito de Narciso afirma que éste es hijo de Cefiso y Liriope. Narciso es un joven de singular belleza que despierta pasiones en mortales y dioses, las cuales no son correspondidas ante la incapacidad del muchacho para reconocer al otro y amarlo.
Al ver su propio rostro reflejado en el agua, Narciso queda embelezado y no puede dejar de contemplarse. El joven deja entonces de atender sus propias necesidades básicas, absortó en su imagen, y termina convirtiéndose en una flor hermosa y maloliente.
Para la psicología evolutiva, el narcisismo es una etapa del desarrollo. En los primeros meses de vida, el niño experimenta un narcisismo primario, ya que todas sus energías se destinan a satisfacer sus necesidades. El bebé no es capaz de reconocer al mundo exterior.
La fase siguiente es el narcisismo secundario: el niño reconoce objetos y advierte que estos pueden provocar placer o dolor.
En la vida adulta, el narcisista tiene una autoestima muy vulnerable ya que no tolera las críticas y se siente ultrajado ante los comentarios negativos sobre su persona.
Es importante subrayar el hecho de que se puede producir un trastorno a partir de ser un ser narcisista. En concreto puede aparecer lo que se ha dado en llamar Trastorno Narcisista de la Personalidad, que se encuentra formando parte del grupo de los trastornos emocionales.
Quien padezca aquel se identificará por sus fantasías de poder y éxito, el necesitar en todo momento sentirse admirado de manera exagerada, carecer absolutamente de empatía, el ser una persona muy envidiosa, el mostrarse ante los demás con ciertos aires de superioridad, el considerar que tiene más derechos que nadie y que se encuentra por encima del resto.