La palabra metáfora proviene del concepto latino metaphora y éste, a su vez, de un vocablo griego que en español se interpreta como «traslación”. Se trata de la aplicación de un concepto o de una expresión sobre una idea o un objeto al cual no describe de manera directa, con la intención de sugerir una comparación con otro elemento y facilitar su comprensión. Por ejemplo: «Esas dos esmeraldas que tenía como ojos brillaban en su rostro”.
La metáfora aparece tanto en la teoría literaria (marco en el cual se la utiliza como recurso literario o tropo), como en el campo de la lingüística (espacio donde aparece como uno de los más importantes motivos de modificación semántica) y en la psicología.
Como recurso literario, la metáfora sirve para identificar a dos términos entre los cuales existe alguna clase de semejanza (en nuestro ejemplo anterior, los términos serían «ojos” y «esmeraldas”). Uno de los términos es el literal y el otro se usa en sentido figurado. Según los especialistas, la metáfora consta de tres niveles: el tenor, que es aquello a lo que la metáfora se refiere en forma literal («ojos”); el vehículo, que es el término figurado o lo que se quiere decir («esmeraldas”) y el fundamento, que es el discurso o la relación existente entre el tenor y el vehículo (en este caso, el color verde que comparten los ojos y las esmeraldas).
Los escritores acuden a las metáforas para establecer relaciones inéditas entre las palabras o para descubrir atributos insospechados en ellas. Por eso, la metáfora posee un importante poder poético ya que tiene la capacidad de multiplicar el significado usual de las palabras.
Es importante señalar que una metáfora en la poética ocupa un lugar similar al de las comparaciones, pero es incompleta al no mencionar de forma directa el objeto o elemento al que desea referirse. De todas formas es necesario aclarar que existen dos tipos de metáfora, la pura y la impura.
Una metáfora impura existe cuando aparecen ambos términos, el real y el evocado; este tipo de metáfora también se conoce como in praesentia o imágen.
En los casos en los que el término real no aparece, sino solamente el metafórico, estamos frente a una metáfora pura; se utiliza para dirigir la atención sobre el significante o darle un aspecto desconocido a lo cotidiano.
Las metáforas son un elemento alegórico, es decir manifiestan algo que no se está diciendo, pero que puede intuirse y comprenderse a través de la razón y la asociación de conceptos. (Por ejemplo al ver una balanza podemos pensar en la justicia asociando ambos elementos, que equilibran y permiten la armonía).
Se dice que toda metáfora, entendida comúnmente en la sociedad (balanza=justicia) primero tuvo que ser una metáfora personal, surgida del universo interno de un individuo, quien la compartió y más tarde esa asociación personal pasó a ser un elemento más de la cultura de una determinada sociedad.
Cada poeta puede relacionarse con una determinada cantidad de símbolos, de palabras que en su trayectoria fue reinterpretando y dándoles una nueva noción (sobre todo puede encontrarse en la poesía simbolista del SXIX).
Aristóteles definía las metáforas como una comparación entre dos o varias entidades que a simple vista son diferentes y aseguraba que esta capacidad humana de generar metáforas dejaba en evidencia el gran poder de la mente. En la psicología fue Freud quien las describió como un elemento fundamental para comprender la mente humana puesto que el pensamiento en imágenes se encontraba más cerca del inconsciente, de los deseos, que el pensamiento en palabras; a partir de él el psicoanálisis presta más atención al pensamiento metafórico que al literal.
También en el constructivismo la metáfora es un elemento fundamental, porque ya que la realidad no es independiente del observador y por ende cada persona posee su propia realidad, de este modo las metáforas son la forma individual en que cada individuo filtra y comprende la realidad y a través de ellas podría construirse la propia realidad. La diferencia de esta corriente con la anterior es que no separan entre lenguaje metafórico y literal, ambos constituyen un todo a través del cual se interpreta la realidad.
Los humanistas también se apoyan en la metáfora a la hora de realizar la evaluación psicológica de un paciente, posiblemente porque se basan mucho en la literatura para desarrollarse. En sus técnicas terapéuticas suelen emplear el uso de metáforas y el relato de historias.
Sin embargo, la corriente cognitiva durante mucho tiempo ha dejado de lado el pensamiento metafórico, considerándolo demasiado ambiguo e impreciso; debe tenerse en cuenta que esta teoría propone que existe una manera objetiva de ver la realidad y que aquellos que no son capaces de mirarla a través de la lógica (tal cual ellos la plantean) están distorsionando la realidad.
En la realidad existen profesionales de la psicología congnitiva que están volcándose por la incorporación de las metáforas a sus métodos de investigación. De este modo, las nuevas teorías, de psicología cognitiva-conductual aceptan que no existe una única forma de ver la realidad, sino que esta se analiza a partir de metáforas, es decir no existen métodos lógico-racionales, sino metáforas que ayudan a interpretar el entorno. Por eso, comienza a utilizarse la metáfora para el tratamiento de pacientes con trastornos obsesivos-compulsivos para ayudarlos a reevaluar esos pensamientos obsesivos.
En lo que respecta a la psicología infantil, dado que en este período de nuestra vida contamos con un importante bagaje metafórico, a través del cual intentamos captar la realidad, los valores y juzgar nuestro comportamiento y el de nuestros pares, se apoya muchísimo en el uso de metáforas y cuentos para el tratamiento de estos pacientes.
Por último cabe mencionar que en psicología existen dos tipos de metáforas: las que introduce el terapeuta y aquellas que pueden identificarse del relato del paciente, las primeras deben ser estudiadas con antelación a fin de que sean significativas para la interpretación del paciente, las segundas sirven para comprender a fondo esos elementos que la persona no puede nombrar (traumas, experiencias desagradables, etc). Según Watzlawick, un mensaje que emite un paciente no sólo comunica información, sino algo sobre esa comunicación. Esto significa que posee una importancia metacomunicativa y que presenta una realidad alternativa sobre la que el terapeuta debe trabajar para intentar llevar a cabo la comunicación adecuada, extrayendo aquellos elementos escondidos detrás de las palabras literales.
Nuestra vida se halla repleta de metáforas, en todos los campos existen y ellas son las que nos ayudan a entender y aceptar la realidad, así que este concepto deberíamos tenerlo todos presente, no sólo en el campo de las artes, sino también de la ciencia.