En un día caluroso, el sudor de tu cara sabe salado, como el agua del mar. La humedad, que se evapora de tu piel caliente, es la forma que tiene el cuerpo de mantenerse fresco. ¿Pero qué pasa con la sal? Si la humedad es lo único que hace falta para refrescarse…
¿Por qué perdemos también la sal?
El sudor se produce en pequeñas cámaras en forma de serpentina bajo la piel. Esa cámara está conectada a la superficie por un tubo estrecho. Juntos, la cámara y el tubo forman una única glándula sudorípara.
Cuando empiezas a sudar, lo primero que ocurre es que las paredes de la cámara en forma de bobina bombean sal hacia la cámara. Como resultado, el fluido dentro de la cámara se vuelve más concentrado en sal.
Para equilibrar la nueva diferencia de concentración de sal, el agua pasa por ósmosis a la cámara. A medida que la presión del agua aumenta en la cámara, el agua salada es forzada a salir a través del estrecho pasaje hacia la superficie de la piel.
Entrada de sal, salida de sal
Pero ese pasaje hace algo más que simplemente llevar el sudor a la superficie. Para evitar que se pierda más sal de la necesaria, las paredes del pasaje sacan la sal del sudor para que pueda ser reutilizada por el cuerpo.
Así, cuando el sudor llega a la superficie, es menos salado que cuando se produjo por primera vez en la glándula sudorípara. La sal, por sí misma no ayuda a mantenerte fresco, pero mezclada con el agua para formar el sudor, la sal ayuda a atraer más agua a la glándula sudorípara.
Sudación y eficiencia
Y cuanto más sudes, más eficientes se vuelven las glándulas sudoríparas para eliminar la sal antes de que el sudor salga del cuerpo.
Si vas a un clima cálido, verás que después de unos días, tu sudor se vuelve menos salado. Las personas que viven en climas cálidos pueden sudar más, pero pierden menos sal.