Cuando los estadounidenses se imaginan el tatuaje de alambre de espino, es en el bíceps flácido de un ex representante farmacéutico musculoso que pasó por una fase de Harley-Davidson. O en la parte baja de la espalda de una reina de la belleza con mención honorífica. O en Pamela Anderson.
Pero como cualquier otra tendencia polvorienta y remake de Splash, los millennials están haciendo suyo el alambre de espino. Influyentes artistas del tatuaje e influencers de moda en Instagram lo están entintando de nuevo. Pero no es tan sencillo como tener un aspecto duro para el próximo torneo hipster de skee ball. La historia detrás del símbolo resulta controvertida.
Cuando los pioneros estadounidenses se trasladaron al Oeste a mediados del siglo XIX, descubrieron que las llanuras planas y las amplias praderas de la frontera contenían pocos recursos naturales con los que construir vallas. En el Este y en Nueva Inglaterra, los colonos podían dividir la tierra extrayendo piedras del suelo nativo y madera de los bosques. Sin estos materiales, los pioneros del Oeste intentaron proteger las cosechas y contener el ganado utilizando vallas de surco, caballones de tierra y cercas de setos, todos ellos insuficientes.
La primera patente de alambre de espino se concedió en 1865 a Louis François Janin, que trenzó dos alambres y los ató con púas en forma de diamante. Para 1867, había seis patentes en total, incluyendo una llamada «La tira de madera con puntas metálicas». Pero el mérito corresponde en última instancia a los «Cuatro Grandes» en el diseño de alambres de púas -Joseph Glidden, Jacob Haish, Charles Francis Washburn e Isaac L. Ellwood-, que fabricaron productos superiores en De Kalb, Illinois. Promocionaron y vendieron en toda la nueva frontera, apostando por esta solución de cercado barata y fácil de transportar.
Además de para acordonar terrenos, el alambre de espino se utilizó en tiempos de guerra para evitar la invasión del enemigo o para contener a los prisioneros. Los nazis utilizaron el alambre de espino en la construcción de campos de concentración, ya que tenía la «ventaja» añadida de la conductividad y podía ser electrificado.
El alambre de espino se adapta a diferentes entornos o para diferentes usos. A veces, los alambres se colocan en bucle sobre una valla de eslabones, o en ángulo hacia posibles escaladores. El propio alambre se presenta en muchas versiones, algunas con espuelas o dientes de sierra en lugar de las tradicionales púas. Pero todas las versiones, por mínimas que sean, transmiten una hostilidad silenciosa.