Todos sabemos que el cuerpo humano necesita energía para funcionar, pero ¿de dónde viene esta energía? En última instancia, la energía que nos mantiene en movimiento proviene de los alimentos que ingerimos. Sin embargo, no podemos utilizar la energía directamente de los alimentos; primero debe convertirse en trifosfato de adenosina, o ATP, la forma de energía química inmediatamente utilizable que se emplea para toda la función celular. El cuerpo almacena una cantidad mínima de ATP en los músculos, pero la mayor parte se sintetiza a partir de los alimentos que ingerimos.
Los alimentos se componen de carbohidratos, grasas y proteínas, y estos nutrientes se descomponen en sus formas más simples (glucosa, ácidos grasos y aminoácidos) durante la digestión. Una vez que estos nutrientes se descomponen, son transportados a través de la sangre para ser utilizados en una vía metabólica o almacenados para su uso posterior.
Debido a que no almacenamos una cantidad significativa de ATP y necesitamos un suministro continuo, éste debe ser resintetizado constantemente. Esto ocurre de varias maneras utilizando uno de los tres sistemas de energía:
- Fosfágeno (fuente inmediata)
- Anaeróbico (algo lento, utiliza carbohidratos)
- Aeróbico (lento, utiliza carbohidratos o grasas)
Fosfágeno
Este sistema utiliza fosfato de creatina (CP) y tiene una tasa muy rápida de producción de ATP. El fosfato de creatina se utiliza para reconstituir el ATP después de que se descompone para liberar su energía. La cantidad total de CP y ATP almacenada en los músculos es pequeña, por lo que la energía disponible para la contracción muscular es limitada. Sin embargo, está disponible de forma instantánea y es esencial al inicio de la actividad, así como durante las actividades de alta intensidad de corta duración que duran entre 1 y 30 segundos, como el sprint, el levantamiento de pesas o el lanzamiento de una pelota.
Glicólisis anaeróbica
La glucólisis anaeróbica no requiere oxígeno y utiliza la energía contenida en la glucosa para la formación de ATP. Esta vía ocurre dentro del citoplasma y descompone la glucosa en un componente más simple llamado piruvato. Como vía intermedia entre el sistema fosfágeno y el aeróbico, la glucólisis anaeróbica puede producir ATP con bastante rapidez para su uso durante actividades que requieran grandes ráfagas de energía durante periodos de tiempo algo más largos (de 30 segundos a tres minutos como máximo, o durante actividades de resistencia antes de alcanzar el estado estable).
Glucólisis aeróbica
Esta vía requiere oxígeno para producir ATP, ya que los carbohidratos y las grasas sólo se queman en presencia de oxígeno. Esta vía ocurre en las mitocondrias de la célula y se utiliza para actividades que requieren una producción de energía sostenida. La glucólisis aeróbica tiene una tasa lenta de producción de ATP y se utiliza predominantemente durante actividades de mayor duración y menor intensidad después de que los sistemas fosfágenos y anaeróbicos se hayan fatigado.
Es importante recordar que los tres sistemas contribuyen a las necesidades energéticas del cuerpo durante la actividad física. Estos sistemas no funcionan de forma independiente unos de otros, sino que dominan en diferentes momentos, dependiendo de la duración y la intensidad de la actividad.