Viendo la obra, no pude evitar ver paralelismos con el mundo actual y lecciones para las mujeres de hoy en día en sus propias carreras. He aquí algunas:
– Los cambios en la mano de obra exigen cambios en nuestras carreras: «El cambio de la era industrial a la era tecnológica exige algo diferente a la fuerza de trabajo». Lo mismo ocurre con el cambio actual de la era tecnológica a la era digital, y nuestras elecciones deben responder en consecuencia. Al igual que Richards se reinventó para su época, nosotros también podemos reinventarnos según sea necesario.
– «¡Sigue adelante!»: Richards les gritaba esto a sus hijos adultos, al personal que metía la pata o a los candidatos que perdían sus elecciones, reflejando el equivalente actual de «¡Superadlo!»
– Hazlo con ganas: Richards creía en hacer todo con energía, entusiasmo, compañeros, preparación y determinación.
– Centrarse y estar presente: Ann Richards debía estar totalmente presente, concentrada y comprometida dondequiera que estuviera y dar lo mejor de sí misma. Desde un discurso a las colegialas, hasta pensar si se debe suspender una ejecución o reformar el sistema de bienestar social, pasando por hacer campaña por todo Texas o planificar un viaje con sus hijos adultos, estaba centrada en el proyecto o el asunto en cuestión.
– Pedir disculpas: De acuerdo, que reprendiera a las personas que metían la pata a sus ojos no era una buena estrategia. Sí se disculpó, al menos con regalos, como la compra de un montón de botas vaqueras para su personal. Todos metemos la pata de vez en cuando, y todos podríamos disculparnos más a menudo cuando lo hacemos.
– «Apuesta por ti mismo»: Richards apostó por sí misma incluso en sus días más oscuros -cuando se dio cuenta, a través de una intervención de su familia y amigos, de que era alcohólica y se internó en la «escuela de borrachos», su nombre para la rehabilitación- o cuando perdió la reelección. Hoy haríamos bien en centrarnos en nosotros mismos, no en compararnos con los personajes desinfectados de los demás en las redes sociales, que parecen tan mágicamente prósperos y hermosos. En la obra, Richards nos recuerda que debemos estar con nosotros mismos, ser dueños del espacio que ocupamos, ser quienes somos, con defectos y todo, e ir a por ello.
«Hay que salir a la calle, porque ahí es donde está la fruta». Richards interpretado por Atkinson cierra la obra con esta frase. Richards cambió la historia al salir en muchas extremidades a lo largo de su vida y su carrera.
Cada uno de nosotros también puede hacerlo.
Para más información sobre mi cobertura de los 100 años del voto femenino, el centenario de la 19ª Enmienda, consulte estos blogs, vídeos y podcasts de Forbes:
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