Ministerios Ligonier La hermandad de enseñanza de R.C. Sproul

«Nadie cose un trozo de tela sin remendar en una prenda vieja. Si lo hace, el remiendo se desprende de él, lo nuevo de lo viejo, y se hace un desgarro peor. Y nadie pone vino nuevo en odres viejos. Si lo hace, el vino revienta los odres, y el vino se destruye, y también los odres. Pero el vino nuevo es para los odres frescos» – Marcos 2:21-22

Los cristianos, a lo largo de la historia de la iglesia, han creado muchas estructuras religiosas y rituales para desarrollar un camino más cercano a Dios. En el mejor de los casos, cosas como los libros de oración, patrones específicos de disciplinas espirituales y otras ayudas devocionales han servido como marcos útiles que han ayudado a muchas personas a profundizar en su piedad. En el peor de los casos, cuando las cosas que no han sido dadas inmediatamente por Dios son tratadas como si hubieran sido dadas directamente por el Señor mismo, se han convertido en una carga en la iglesia. Esta realidad muestra lo cuidadosos que debemos ser para no tratar las cosas buenas como cosas definitivas, que no debemos permitir que las prácticas espirituales útiles se conviertan en marcadores de salvación cuando nuestro Creador no las ha hecho así.

A veces, la necesidad de reforma es tan grande que la obra fresca de Dios no puede ser contenida en formas antiguas o esperadas. Jesús hace este punto esencial en Marcos 2:21-22. Esta enseñanza llega justo después de la confusión de la gente sobre por qué Cristo no practicaba el ayuno como lo hacían los discípulos de Juan el Bautista y los fariseos. Como señalamos en nuestro estudio de los versículos 18-20, Jesús no condenó el ayuno en sí mismo; más bien dijo que su presencia significaba que no era el momento de abstenerse de celebrar. No se ajustó a sus expectativas de piedad, no porque sus puntos de vista sobre la piedad fueran totalmente erróneos, sino porque Dios estaba haciendo algo nuevo. Si querían recibirlo, tendrían que ajustar sus expectativas y no tratar de contener lo nuevo en las formas de lo viejo.

Hacer lo contrario causaría un daño espiritual, como revela la ilustración de Jesús. Después de que una prenda de vestir ha sido lavada muchas veces, se ha encogido hasta un punto en el que no puede encogerse más. Los odres usados se han estirado al máximo sin reventar por los gases producidos por la fermentación del vino fresco. Si uno trata de remendar un trozo de tela encogido con un parche nuevo, el parche acabará encogiéndose y se desprenderá de la tela encogida, porque ésta ya no dará más de sí. Del mismo modo, los gases producidos por la fermentación del vino estirarán los odres viejos y estirados más allá de su punto de rotura. Los remiendos nuevos son para la tela nueva que puede acomodar el encogimiento, y el vino nuevo es para los odres nuevos que pueden acomodar la expansión. Jesús no podía encajar exactamente en patrones y expectativas preconcebidas, y aquellos que lo intentaran se encontrarían sufriendo un gran daño espiritual.

Coram Deo

El Dr. R.C. Sproul menciona en su comentario sobre Marcos que Jesús «les estaba advirtiendo que su Rey había llegado, y que no podrían tratar con este Rey a menos que se deshicieran de las estructuras que les impedían recibirlo.» Si nuestras tradiciones no bíblicas son fines en sí mismas, nos impedirán ver a Jesús. Tales cosas pueden estar bien en sí mismas, pero si las hacemos inalterables, nunca seremos reformados según la Palabra de Dios.

Pasajes para estudiar más

Isaías 42:1-9
Isaías 43:19-21
Lamentaciones 3:22-24
2 Corintios 5:17

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