Durante un examen físico deportivo de rutina en séptimo grado, un médico notó que los hombros de Blaire Benshoof, de doce años de edad, eran desiguales y detectó una curvatura en su columna vertebral. Una cita de seguimiento con su pediatra y las radiografías posteriores confirmaron que Blaire tenía escoliosis idiopática adolescente, una curvatura anormal de la columna vertebral. La forma más común de escoliosis es la idiopática, lo que significa que la causa es desconocida. La escoliosis, que aparece con mayor frecuencia en las adolescentes, puede causar una grave deformidad y dificultad para respirar si no se trata.
La escoliosis idiopática se diagnostica cuando se nota una asimetría al inclinarse hacia delante y se detecta una curvatura de la columna de 10º o más. La columna de Blaire tenía una curva severa de 39°. Las curvas que superan los 30° sólo se dan en el 0,2% al 0,3% de la población. En agosto de 2009, un mes después de su diagnóstico inicial, Blaire y su familia acudieron al doctor Stuart Weinstein, cirujano ortopédico de la Universidad de Iowa especializado en deformidades espinales pediátricas. Aunque un tratamiento habitual para las deformidades espinales progresivas de más de 25° es el uso de corsés, los Benshoof decidieron no ponerle a Blaire un corsé.
Ocho meses después, las radiografías revelaron que la curva espinal de Blaire había progresado hasta los 55°. La deformación era visible y había empezado a afectar a su respiración. Blaire sufría frecuentes dolores de espalda y se enfrentaba a problemas al practicar deportes, concretamente al correr a campo traviesa y en pista. El Dr. Weinstein programó a Blaire para que se sometiera a una intervención quirúrgica de la columna vertebral para corregir su escoliosis, que avanzaba rápidamente.
El 29 de julio de 2010, el Dr. Weinstein realizó una cirugía de fusión espinal posterior para corregir la curva espinal de Blaire y estabilizar su columna vertebral. Una serie de varillas y tornillos mantienen sus vértebras rectas y han aliviado las deformidades causadas por la escoliosis.
«Blaire sigue haciendo cross country y atletismo y ha añadido el levantamiento de pesas», explica su madre Kim. «Ha descubierto que hay algunos movimientos que ya no puede hacer, pero simplemente encuentra una nueva forma de hacerlos». Blaire ya no sufre dolores de espalda y le da menos cuerda cuando corre.
«Definitivamente te hace pensar en cómo una simple varilla en la espalda puede afectar a toda tu vida», dice Blaire. «He aprendido a vivir con ello y a hacer cosas que nunca pensé que podría volver a hacer.»
Ahora con quince años, Blaire es una adolescente activa que ve su operación de columna como un mero bache en el camino de su vida. Espera seguir sin problemas de columna en el futuro y aboga por que se realicen más investigaciones que ayuden a ralentizar o impedir que las deformidades de la columna avancen hasta el punto de tener que intervenir quirúrgicamente.