Organización en bloque

Un horario en bloque es un sistema para programar la jornada de la escuela media o secundaria, normalmente sustituyendo un horario más tradicional de seis o siete periodos diarios de 40-50 minutos por periodos de clase más largos que se reúnen menos veces cada día y semana. Por ejemplo, una clase típica en bloque puede durar 90 o 120 minutos y reunirse cada dos días en lugar de diariamente.

Las variaciones de los sistemas de programación en bloque en cada escuela son numerosas, pero las formulaciones más comunes incluyen:

  • Un horario en bloque «4 x 4» en el que los estudiantes toman cuatro clases de 90 minutos cada día y terminan un curso en un semestre en lugar de un año escolar completo.
  • Un horario en bloque «A/B» o de «días alternos» en el que los estudiantes toman ocho clases de 90 minutos que se reúnen cada dos días.
  • Un horario «trimestral» en el que los estudiantes toman dos o tres cursos básicos a la vez, con cada clase reuniéndose diariamente, durante tres trimestres de 60 días.
  • Un horario «75-15-75-15» en el que los estudiantes toman cuatro clases de 75 minutos cada día y terminan los cursos en un semestre, con cada semestre seguido por un curso intensivo de enriquecimiento del aprendizaje de 15 días o un programa de recuperación. Otra variante es el horario «75-75-30», en el que se utiliza una sola intersección de 30 días en lugar de dos intersecciones de 15 días.
  • Un horario «copernicano» en el que los estudiantes tienen clases más largas para las asignaturas académicas básicas durante una mitad del día escolar y períodos diarios más cortos para las optativas, como la educación física o la música, durante la segunda mitad del día.

Debate

Los siguientes son algunos argumentos representativos que pueden esgrimir los defensores de los periodos de instrucción más largos y del horario en bloque:

  • Menos periodos de clase e interrupciones durante la jornada escolar reducen la cantidad de tiempo que los profesores dedican a las tareas administrativas rutinarias o de gestión del aula -como pasar lista, repartir y recoger materiales, o preparar y finalizar actividades-, lo que aumenta la cantidad total de tiempo que los alumnos dedican a actividades de aprendizaje más significativas y productivas. Algunos estudios han constatado que una parte importante del tiempo de clase suele dedicarse a tareas no lectivas, dejando en algunos casos sólo 15 ó 20 minutos (de 45 ó 50) para la enseñanza y el aprendizaje. En una jornada escolar tradicional de ocho periodos, los alumnos también pasan más tiempo en los pasillos y moviéndose entre las clases, lo que reduce aún más la cantidad total de la jornada escolar que se puede dedicar al aprendizaje y también puede aumentar los problemas disciplinarios.
  • Los profesores pueden utilizar técnicas de enseñanza más variadas o innovadoras cuando los periodos de clase son más largos -pueden cubrir más contenido con menos interrupciones, proporcionar a los estudiantes más atención y apoyo individual, y pueden hacer que los estudiantes participen en actividades de aprendizaje más sostenidas y profundas, incluyendo proyectos más sofisticados, ejercicios basados en el trabajo en equipo, u otras actividades que no podrían completarse fácilmente en 40 o 50 minutos. Además, cuantos más alumnos tengan que ver los profesores cada día, menos tiempo y atención podrán dedicar a cada estudiante. En consecuencia, las relaciones entre alumnos y profesores pueden no ser tan sólidas, y los estudiantes, especialmente los que tienen necesidades de aprendizaje o discapacidades importantes, pueden no recibir la atención y el apoyo personal que pueden necesitar para tener éxito en un curso.
  • Programar menos clases al día reduce la carga tanto de los profesores como de los alumnos. En una jornada tradicional de ocho períodos, por ejemplo, los profesores tienen que preparar hasta ocho cursos y posiblemente el doble de alumnos. En consecuencia, los profesores pueden verse obligados a apresurarse a la hora de calificar los trabajos, a proporcionar menos información sustantiva a los alumnos o a planificar y organizar las clases de forma apresurada. Los estudiantes también deben prepararse para más cursos, lo que puede ser abrumador y tener un impacto adverso en el aprendizaje. Por ejemplo, es posible que los deberes tengan que ser más superficiales, ya que los profesores tienen que tener en cuenta el tiempo que les llevará a los alumnos completar los deberes de seis o más clases en una noche determinada, en lugar de cuatro.
    • Los críticos de los horarios en bloque suelen afirmar que los alumnos (sobre todo en ciertas etapas de desarrollo) no pueden mantenerse concentrados durante periodos de tiempo más largos, que la retención de conocimientos disminuirá si las clases no se reúnen todos los días, o que los alumnos se retrasarán más fácil o rápidamente si pierden un día de clase. El «horario en bloques de 4 x 4» ha sido más criticado, ya que los estudiantes pueden terminar con un intervalo de medio año o incluso de un año entre los cursos. Por ejemplo, los estudiantes pueden cursar Francés I durante el primer semestre de su primer año, pero su curso de Francés II no estará programado hasta el segundo semestre de su segundo año, lo que supone un vacío de doce meses en la enseñanza del idioma. Los críticos también pueden cuestionar si los profesores realmente enseñan de manera diferente cuando las clases son más largas o si los profesores han recibido suficiente desarrollo profesional para modificar sus estrategias de enseñanza o lecciones de manera que hagan el uso más eficaz de los períodos más largos. En algunos casos, las percepciones negativas de los horarios en bloque no provienen de la estrategia en sí, sino de los intentos fallidos de implantar dicho horario en una escuela, o de educadores que han tenido una experiencia negativa con una estrategia de programación en bloque mal organizada o ejecutada. Dado que la programación por bloques suele requerir cambios significativos en la forma de estructurar y enseñar las lecciones, los profesores también pueden resistirse o no gustar del sistema porque se sienten menos seguros con el nuevo formato o porque están emocionalmente apegados a sistemas de programación más familiares.

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