Cuando tu hijo juega, aprende sobre sí mismo y su entorno. Esto incluye cómo coordinar los movimientos de su cuerpo, hablar con sus amigos, aplicar las reglas y mucho más. Pero el proceso de aprendizaje es aún más amplio.
El juego es más de lo que crees; es una forma de que tu hijo se familiarice con el mundo mientras explora y pone a prueba sus propios límites. Al mismo tiempo, realizan una actividad que les proporciona diversión o diversión. El juego les ayuda a aprender cosas como la lombriz de tierra que encuentran en el suelo, cómo evitar las discusiones con los demás, su personaje favorito de fantasía durante los juegos de rol o que a mamá no le gusta cuando gritan dentro de casa. Promover el tiempo de juego ayuda a tu hijo a conocer sus habilidades y destrezas, a la vez que interactúa con los demás y con su entorno.
El juego empieza pronto. Cuando el bebé estudia e interactúa con las cosas que le rodean, ya sea metiéndose un juguete en la boca o tocando un objeto de textura nueva, está «jugando». Parte de la exploración de su entorno incluye también el descubrimiento de cómo llamar tu atención, como cuando el bebé te arrulla o balbucea. Es importante recordar que el tiempo de juego ayuda al bebé a dominar y reforzar continuamente conceptos que se convierten en hitos importantes.
Tu hijo seguirá jugando durante toda la infancia y puede que te sorprenda la cantidad de habilidades que desarrollan como:
- Aprender a ejercitar las habilidades de resolución de problemas
- Mostrar una capacidad de pensamiento flexible
- Practicar el procesamiento de sus emociones
- Enfrentarse a sus miedos
- Intentar cosas nuevas sin miedo a equivocarse
Los niños mayores también ganan algo adicional mientras juegan: descubren sus propios intereses y pasiones. Su hijo puede descubrir que tiene un amor por una actividad específica como el arte o la actuación, o posiblemente por un animal o personaje. El tiempo de juego les animará a seguir explorando sus propios intereses y a desarrollar habilidades que utilizarán en el futuro.
Todos los niños deberían tener tiempo para jugar. Es la base para establecer la confianza, las habilidades de afrontamiento, la flexibilidad y las interacciones positivas con los demás. A través del juego, su hijo podrá aplicar estas habilidades cuando se convierta en un joven adulto.