«Así que si alguien está en Cristo, es una nueva creación: todo lo viejo ha pasado; ¡vean, todo se ha hecho nuevo!»
-2 Corintios 5:17
Huevos: símbolos de la nueva vida
Los huevos han formado parte de los rituales de primavera desde antes de la historia. Tras el largo invierno, las gallinas y otras aves vuelven a poner huevos, cada uno de los cuales rebosa de nueva vida, reflejando toda la estación de la primavera. Los pueblos antiguos, como los hutsuls de Ucrania, decoraban los huevos y los regalaban a personas especiales. Así pues, el simbolismo de los huevos es anterior al cristianismo.
Los primeros cristianos, reconociendo el poder del huevo como símbolo de la nueva vida, relacionaron los huevos con la nueva vida que se encuentra en la resurrección de Jesucristo en Pascua. Los huevos son un símbolo perfecto de la Pascua, y un símbolo de la nueva vida en Cristo. Considere el siguiente famoso verso de San Pablo: «Así que si alguien está en Cristo, es una nueva creación: todo lo viejo ha pasado; ¡mira, todo se ha hecho nuevo!» (2 Corintios 5:17). Además, el huevo es una ilustración de la propia resurrección: un pollito que sale de su cáscara representa a Jesús saliendo de su tumba en Pascua.
Una «cesta» de Pascua es una forma cómoda de llevar huevos o golosinas, pero incluso la hierba que rodea los huevos de Pascua anidados nos recuerda la nueva vida. En las palabras de este célebre himno de Pascua: «Ahora la hoja verde se levanta del grano enterrado. El trigo que en la tierra oscura ha permanecido muchos días. Vuelve a vivir el amor, que con los muertos ha estado. El amor ha vuelto como el trigo que reverdece»
El fin de la Cuaresma
Los huevos también recuerdan a los cristianos el fin del ayuno cuaresmal, y la conclusión alegre de esa disciplina en la Pascua. Volviendo a las prácticas históricas: los huevos y la leche -además de la carne- no se comían durante la Cuaresma. Por tanto, los huevos de Pascua -de verdad o de chocolate- son símbolos de que la Cuaresma se convierte en Pascua. Los cristianos se regocijan en la abundancia del amor de Dios – ya no ayunamos, estamos llenos de alegría.
María Magdalena y el huevo rojo
Una de las primeras historias cristianas sobre huevos circulaba sobre María Magdalena. En el evangelio de Juan, María es la primera testigo de la resurrección de Jesús y, según la tradición, pasó el resto de su vida proclamando la buena nueva de Cristo. Según la historia, María Magdalena llegó a dirigirse al emperador romano Tiberio. Sosteniendo un huevo en la mano declaró: «¡Cristo ha resucitado!». El emperador se rió, comentando que Cristo tenía tantas posibilidades de resucitar como ese huevo de ponerse rojo. Inmediatamente, el huevo en la mano de María se tiñó de rojo brillante.
Decoración de huevos
Durante la Edad Media los niños solían ir de casa en casa en Semana Santa, cantando y pidiendo huevos. Les pagaban con huevos duros, teñidos con verduras como la remolacha (roja), las espinacas (verde), la cebolla (amarilla) y el té (marrón). Los huevos se llamaban huevos de paso, palabra que procede del francés Paque, que significa Pascua. Hoy en día los cristianos siguen coloreando y decorando los huevos. Mientras te preparas para esta tradición, considera la posibilidad de decorar tus huevos con diseños religiosos: como una cruz, el sol naciente, agua, una vela, etc.