Prueba serológica

Prueba serológica, también llamada prueba de serología o prueba de anticuerpos, cualquiera de los diversos procedimientos de laboratorio que se llevan a cabo en una muestra de suero sanguíneo (el líquido claro que se separa de la sangre cuando se deja coagular) con el propósito de detectar anticuerpos o sustancias similares a los anticuerpos que aparecen específicamente en asociación con ciertas enfermedades. Existen diferentes tipos de pruebas serológicas; por ejemplo, las pruebas de floculación, las pruebas de neutralización, las pruebas de inhibición de la hemaglutinina, los ensayos inmunoenzimáticos (ELISA) y los inmunoensayos de quimioluminiscencia.

Análisis de sangre

Análisis de sangre
El análisis de sangre, en el que se examinan las propiedades físicas y químicas de una muestra de sangre, es importante para el diagnóstico preciso de enfermedades.

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Entre las pruebas de floculación, las de fijación del complemento son las más comunes. Se basan en la precipitación, o floculación, que tiene lugar cuando se mezclan un anticuerpo y antígenos especialmente preparados (sustancias que provocan la producción de anticuerpos en el organismo). Las pruebas de neutralización dependen de la capacidad de un anticuerpo para neutralizar las propiedades infecciosas de los organismos infecciosos. Las pruebas de inhibición de la hemaglutinina se basan en la capacidad de los virus para provocar la aglutinación de los glóbulos rojos de determinadas especies animales; el anticuerpo impedirá esta aglutinación. Los ELISA utilizan la detección de señales fluorescentes, luminosas (quimioluminiscentes) o colorimétricas; las señales son producidas por reacciones enzimáticas que se producen durante la detección y cuantificación de un antígeno o anticuerpo específico en una solución. Los inmunoensayos de quimioluminiscencia se basan en la detección de señales luminosas emitidas a través de reacciones químicas entre enzimas o sondas químicas que se unen a los anticuerpos.

Las pruebas serológicas son especialmente útiles en el diagnóstico de ciertas enfermedades bacterianas, parasitarias y víricas, como la fiebre de las Montañas Rocosas, la gripe, el sarampión, la poliomielitis, la fiebre amarilla y la mononucleosis infecciosa. También es útil en la detección de autoanticuerpos (anticuerpos dañinos que atacan componentes del cuerpo) que están involucrados en enfermedades autoinmunes, como la artritis reumatoide. Como herramienta práctica de cribado masivo, las pruebas serológicas han demostrado ser valiosas en la detección de enfermedades como la sífilis, el VIH/SIDA y las enfermedades infecciosas epidémicas y pandémicas (por ejemplo, la gripe y la enfermedad por coronavirus). Véase también análisis de sangre.

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