El Día de la Candelaria, Fiesta de la Luz, Fiesta de las Candelas, la Presentación del Señor o la Purificación de la Virgen, celebrada el 2 de febrero es la festividad de origen católico que representa la presentación e Jesús en el templo de Jerusalén y la purificación de la Virgen después del parto.
En dicha época se acostumbraba que madre e hijo permanecieran encerrados hasta 40 días después de su nacimiento, esto permitía a las madres reponerse y purificarse, cuando llegaba el día, los niños eran presentados en la iglesia junto con alguna ofrenda.
Se cuenta que cuando María llevó en brazos a su hijo recién nacido aquel 2 de febrero, el sabio Simeón, un hombre devoto de Dios y quien esperaba ver al Mesías antes de morir, lo tomó en sus brazos y bendijo.
«Mira, este niño está destinado a hacer que muchos en Israel caigan y muchos se levanten. Será un signo de contradicción que pondrá al descubierto las intenciones de muchos corazones. Pero todo esto va a ser para ti como una espada que te atraviese el alma».
Simeón consideró que Jesús representaba «la luz que iluminaría a los gentiles y que sería la gloria de Israel». Por lo que el nombre Candelaria viene de «candelas o velas», las cuales representan la luz de Cristo que tanto pronunciaba.
Por lo tanto se acostumbra a «levantar» del pesebre a la representación que tengamos del Niño Jesús, y vestirlo para llevarlo a bendecir al templo. Lo que se cree comienza una ruta católica que continúa con las festividades de Cuaresma y Semana Santa.
Existen muchas teorías sobre su origen, algunas se remontan en el Oriente, pero explican que se extendió al Occidente en el Siglo VI. Algunos historiadores incluso consideran que sus inicios se dieron en la antigua Roma.
En los países latinoamericanos se dice que el Día de la Candelaria es una herencia transmitida por los españoles en la época de la Conquista, la cual venera la aparición de la Virgen de la Candelaria en las Islas Canarias y que se venera con una Procesión de Candelas (velas).