El chiismo
Las dos piedras angulares del chiismo iraní son la promesa del regreso del duodécimo imán de inspiración divina -Muḥammad al-Mahdī al-Ḥujjah, a quien los chiítas creen el mahdi- y la veneración de sus antepasados martirizados. La ausencia del imán contribuyó indirectamente al desarrollo en el Irán moderno de un fuerte clero chií cuya afición por el estatus, sobre todo en el siglo XX, dio lugar a una proliferación de títulos y honores única en el mundo islámico. El clero chií ha sido la fuerza política y social predominante en Irán desde la revolución de 1979.
En el Islam no existe el concepto de ordenación. Por lo tanto, el papel del clero no lo desempeña un sacerdocio sino una comunidad de eruditos, los ulama (árabe ʿulamāʾ). Para convertirse en miembro del ulama chií, un musulmán varón sólo tiene que asistir a un colegio islámico tradicional, o madrasa. El principal curso de estudio en dicha institución es la jurisprudencia islámica (fiqh árabe), pero un estudiante no necesita completar sus estudios en la madraza para convertirse en faqīh, o jurista. En Irán, este clérigo de bajo nivel suele denominarse con el término genérico mulá (árabe al-mawlā, «señor»; persa mullā) o ākhūnd o, más recientemente, rūḥānī (persa: «espiritual»). Para convertirse en mulá, basta con alcanzar un nivel de competencia académica reconocido por los demás miembros del clero. Los mulás ocupan la gran mayoría de los puestos religiosos locales en Irán.
Un aspirante adquiere el estatus superior de muytahid -un erudito competente para practicar el razonamiento independiente en el juicio legal (ijtihād árabe)- graduándose primero en una madrasa reconocida y obteniendo el reconocimiento general de sus pares y luego, lo que es más importante, ganando un número considerable de seguidores entre los shiʿah. A un aspirante a este estatus se le suele llamar hojatoleslām (en árabe ḥujjat al-Islām, «prueba del Islam»). Pocos clérigos son eventualmente reconocidos como mujtahids, y algunos son honrados con el término ayatollah (árabe āyat Allāh, «signo de Dios»). El honor de gran ayatolá (āyat Allāh al-ʿuẓmāʾ) se confiere sólo a aquellos muytahids chiíes cuyo nivel de conocimiento y experiencia en el derecho canónico islámico se ha elevado al nivel de quien es digno de ser un marjaʿ-e taqlīd (árabe marjaʿ al-taqlīd, «modelo de emulación»), el nivel más alto de excelencia en el chiísmo iraní.
No existe una verdadera jerarquía o infraestructura religiosa dentro del chiísmo, y los eruditos suelen tener opiniones independientes y variadas sobre cuestiones políticas, sociales y religiosas. Por ello, estos honores no se conceden, sino que los eruditos los obtienen a través del consenso general y el llamamiento popular. Los chiíes de todos los niveles respetan a los clérigos por su reputación de erudición y perspicacia judicial, y en el chiísmo moderno se ha consolidado la tendencia a que todo creyente, para evitar el pecado, siga las enseñanzas de su marjaʿ-e taqlīd elegido. Esto ha aumentado el poder de los ulemas en Irán, y también ha potenciado su papel como mediadores ante lo divino de una forma que no se veía en el islam suní ni en el chiismo anterior.