Nuestros recuerdos son importantes: nos hacen ser quienes somos y nos permiten participar activamente en el mundo que nos rodea. La memoria también es increíblemente compleja, ya que implica muchas regiones y sistemas dentro del cerebro para procesar y recordar diferentes tipos de información. La memoria que tienes para saber cómo atar un cordón de zapato, por ejemplo, implica diferentes regiones del cerebro en comparación con el recuerdo de cómo pasaste tu cumpleaños el año pasado.
En términos generales, podemos clasificar diferentes tipos de recuerdos en función de cómo se almacena la información (memoria procedimental o declarativa) o en función de cómo se recuerda y se expresa en nuestro comportamiento (memoria implícita o explícita).
Memoria procedimental vs. memoria declarativa
La memoria procedimental se refiere a nuestro conocimiento de las habilidades y de cómo realizar las tareas, y es algo que recordamos principalmente de forma automática. Por lo general, no necesitamos pensar conscientemente en cómo montar en bicicleta o tocar un instrumento: simplemente seguimos los pasos una vez que hemos aprendido a hacerlo.
Múltiples partes del cerebro están involucradas en la formación de los recuerdos procedimentales. Una vez aprendida una habilidad, una parte clave del cerebro llamada ganglios basales se encarga de procesar y coordinar los movimientos musculares y las acciones habituales necesarias para lograr un objetivo.
Imagina que hay una pelota que se acerca a tu cabeza: ¿alzas las manos para cogerla o huyes de ella para evitar que te golpee? Decidir rápidamente qué acción realizar es una decisión de los ganglios basales. El cerebelo, situado hacia la parte posterior del cerebro, también se encarga de coordinar esos movimientos.
Los recuerdos declarativos son hechos o recuerdos de eventos pasados que pueden ser «declarados» en lugar de realizados. Algunos ejemplos pueden ser un acontecimiento importante de la vida, quién vino a cenar anoche o la fecha del cumpleaños de tu madre, así como información sobre el mundo. Los recuerdos declarativos pueden dividirse en otros subtipos de recuerdos:
- Recuerdos semánticos (también llamados «genéricos»): recuerdos de conocimiento general (como los países de África o el aspecto de un perro)
- Recuerdos episódicos: recuerdos de acontecimientos de la vida que le han sucedido a usted o a su entorno, a menudo reproducidos como episodios cortos o instantáneas
- los recuerdos autobiográficos son típicamente combinaciones de recuerdos semánticos y episódicos que contribuyen a su sentido de sí mismo -su propia historia de vida e identidad.
- Memorias espaciales, como recordar la ruta para llegar a casa en coche o dónde se encuentra una determinada tienda.
Dos áreas clave del cerebro que participan en la formación y el almacenamiento de los recuerdos declarativos son el córtex prefrontal y el hipocampo. La corteza prefrontal, situada en la parte más frontal del cerebro, es la responsable de nuestra memoria de trabajo: procesar la nueva información entrante y manipular cualquier recuerdo existente en el que podamos estar pensando conscientemente en un momento dado (como revivir un recuerdo de un evento pasado, por ejemplo).
Si la información se considera lo suficientemente importante como para ser consolidada para siempre en nuestra memoria a largo plazo, es cuando entra en juego el hipocampo. Se trata de una estructura con forma de caballito de mar que se sitúa más o menos en la parte media del cerebro (los lóbulos temporales mediales, para ser exactos) y que está directamente implicada en el almacenamiento de información importante en otras regiones de nuestra corteza cerebral (la capa externa de materia gris que constituye una gran parte de nuestro cerebro).
Sin embargo, los recuerdos no se almacenan como registros perfectos. La recuperación de los recuerdos episódicos y autobiográficos es altamente reconstructiva: durante el proceso de recuerdo se pueden añadir fragmentos adicionales de información que no estaban allí cuando el recuerdo fue originalmente «establecido». No siempre es posible saber qué características forman parte del recuerdo original y qué información se ha introducido posteriormente (algo que dificulta mucho el testimonio preciso de los testigos presenciales).
Memoria implícita vs. memoria explícita
Si los recuerdos procedimentales y declarativos son el qué de la memoria, los recuerdos implícitos y explícitos son el cómo. Los recuerdos implícitos son aquellos que recordamos de forma inconsciente y que se expresan en nuestro comportamiento de alguna manera. La mayoría de nuestros recuerdos procedimentales entran en esta categoría.
El aprendizaje condicionado y la memoria asociativa son también ejemplos de cómo funciona la memoria implícita. Podemos ver la evidencia de estas asociaciones inconscientes en los experimentos sobre los efectos de cebado, en los que exponer a alguien a un estímulo afecta a cómo se procesa la nueva información o cómo se realizan las tareas. Por ejemplo, si alguien lee una lista de palabras que incluyen «cocinar», «comida» y «caliente» antes de que se le pida que complete una palabra de cuatro letras que empiece por «SO__», es más probable que diga «SOPA». Alguien «preparado» con palabras como «baño», «limpio» y «burbujas» puede ser más propenso a responder con «SOAP» en su lugar.
Los recuerdos explícitos, por otro lado, son aquellos que se recuerdan conscientemente. Los recuerdos pueden ser recordados, cuando se recuperan espontáneamente del almacenamiento de la memoria a largo plazo, como cuando se rememora la última aventura de un viaje al extranjero. El reconocimiento, que requiere menos esfuerzo en comparación con el recuerdo, se refiere a la sensación de que has encontrado o aprendido previamente algo que estás percibiendo en un momento dado, esa sensación que tienes cuando algo «te suena».
Nos gusta pensar que nuestros recuerdos están a salvo y son seguros pero, en realidad, hay muchas cosas que pueden afectar a nuestra capacidad de crearlos, almacenarlos y recuperarlos. Es esencial determinar qué sistemas cerebrales son los responsables de la formación y el mantenimiento de nuestros recuerdos para evitar que la memoria funcione mal y para encontrar mejores formas de aumentar y mejorar nuestra capacidad de recordar.