Trastornos convulsivos / Síncope

El síncope, también conocido como desmayo, se define como una breve pérdida de conciencia y fuerza muscular, caracterizada por un inicio rápido, una corta duración y una recuperación espontánea. Se debe a una disminución del flujo sanguíneo a todo el cerebro, generalmente por una presión arterial baja. Algunas causas presentan síntomas prodrómicos antes de que se produzca la pérdida de conciencia. Estos síntomas pueden incluir aturdimiento, sudoración, piel pálida, visión borrosa, náuseas, vómitos y sensación de calor, entre otros. El síncope también puede estar asociado a un breve episodio de contracciones musculares. Si una persona no pierde completamente la conciencia y la fuerza muscular, se denomina presíncope. Se recomienda que el presíncope se trate igual que el síncope.

Las causas van desde las no graves hasta las potencialmente mortales. Existen tres grandes categorías de causas: las relacionadas con el corazón o los vasos sanguíneos, las reflejas, también conocidas como mediadas neuralmente, y la hipotensión ortostática. Los problemas relacionados con el corazón y los vasos sanguíneos son la causa de alrededor del 10% y suelen ser los más graves, mientras que los de origen neural son los más comunes. Las causas relacionadas con el corazón pueden incluir un ritmo cardíaco anormal, problemas con las válvulas del corazón o el músculo cardíaco y obstrucciones de los vasos sanguíneos por una embolia pulmonar o una disección aórtica, entre otras. El síncope de origen neuronal se produce cuando los vasos sanguíneos se dilatan y la frecuencia cardíaca disminuye de forma inadecuada. Esto puede ocurrir por un acontecimiento desencadenante como la exposición a la sangre, el dolor, las sensaciones fuertes o una actividad específica como orinar, vomitar o toser. Este tipo de síncope también puede producirse cuando se presiona una zona del cuello conocida como el seno carotídeo. El último tipo de síncope se debe a un descenso de la presión arterial al ponerse de pie. Esto suele deberse a los medicamentos que toma una persona, pero también puede estar relacionado con la deshidratación, una hemorragia importante o una infección.

La historia clínica, la exploración física y el electrocardiograma (ECG) son las formas más eficaces de averiguar la causa subyacente. El ECG es útil para detectar un ritmo cardíaco anormal, un flujo sanguíneo deficiente al músculo cardíaco y otros problemas eléctricos como el síndrome de QT largo y el síndrome de Brugada. Las causas relacionadas con el corazón también suelen tener pocos antecedentes de pródromos. Una presión arterial baja y una frecuencia cardíaca rápida después del evento pueden indicar pérdida de sangre o deshidratación, mientras que los niveles bajos de oxígeno en sangre pueden observarse después del evento en aquellos con embolia pulmonar. Pruebas más específicas como los registradores de bucle implantable, la prueba de la mesa basculante o el masaje del seno carotídeo pueden ser útiles en casos inciertos. La tomografía computarizada (TC) no suele ser necesaria a no ser que existan dudas específicas. Otras causas de síntomas similares que deben tenerse en cuenta son las convulsiones, los accidentes cerebrovasculares, las conmociones cerebrales, los niveles bajos de oxígeno en sangre, la intoxicación por drogas y algunos trastornos psiquiátricos, entre otros. El tratamiento depende de la causa subyacente. Aquellos que se consideren de alto riesgo tras la investigación pueden ser ingresados en el hospital para un mayor control del corazón.

El síncope afecta a entre tres y seis de cada mil personas cada año. Es más frecuente en las personas mayores y en las mujeres. Es el motivo de entre el uno y el tres por ciento de las visitas a los servicios de urgencias y de los ingresos hospitalarios. Hasta la mitad de las mujeres mayores de 80 años y un tercio de los estudiantes de medicina describen al menos un episodio en algún momento de su vida. De las personas que acuden a un servicio de urgencias con un síncope, alrededor del 4% muere en los 30 días siguientes. Sin embargo, el riesgo de un mal resultado depende en gran medida de la causa subyacente.

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