Imagina un mundo en el que la fotografía es un proceso lento imposible de dominar sin años de estudio o aprendizaje. Un mundo sin iPhones ni Instagram, en el que una sola empresa reinara. Un mundo así existía en 1973, cuando Steven Sasson, un joven ingeniero, entró a trabajar en Eastman Kodak.
Dos años después inventó la fotografía digital y fabricó la primera cámara digital.
El señor Sasson, con tan solo 24 años, inventó el proceso que nos permite hacer fotos con nuestros teléfonos, enviar imágenes a todo el mundo en segundos y compartirlas con millones de personas. El mismo proceso trastornó por completo la industria que dominaba su empleador de Rochester y desencadenó una década de quejas de los fotógrafos profesionales preocupados por la ruina de su profesión.
Empezó de forma bastante inocente.
Al poco de llegar a Kodak, Mr. Sasson se le encomendó una tarea aparentemente sin importancia: ver si había alguna utilidad práctica para un dispositivo de carga acoplada (C.C.D.), que se había inventado unos años antes.
«Casi nadie sabía que estaba trabajando en esto, porque no era un proyecto tan grande», dijo el Sr. Sasson «No era secreto. Era sólo un proyecto para evitar que me metiera en problemas haciendo otra cosa, supongo».
Rápidamente encargó un par de ellos y se dispuso a evaluar los dispositivos, que consistían en un sensor que tomaba un patrón de luz bidimensional entrante y lo convertía en una señal eléctrica. El Sr. Sasson quería capturar una imagen con él, pero el C.C.D. no podía retenerla porque los pulsos eléctricos se disipaban rápidamente.
Para almacenar la imagen, decidió utilizar lo que en aquel momento era un proceso relativamente nuevo: la digitalización, que convertía los pulsos electrónicos en números. Pero esa solución llevó a otro reto: almacenarla en una memoria RAM y luego llevarla a una cinta magnética digital.