Los habitantes del atolón de Bikini fueron desplazados de su tierra natal en 1946 para dar paso a las pruebas de 23 armas nucleares realizadas por el gobierno de los Estados Unidos, comenzando con la cuarta detonación atómica del mundo. El subsiguiente éxodo de medio siglo de los habitantes de Bikini incluyó una estancia de dos años en el atolón de Rongerik, donde casi murieron de hambre, y una estancia de seis meses en el atolón de Kwajalein, donde vivieron en tiendas de campaña junto a una pista de aterrizaje utilizada por el ejército estadounidense. En 1948, fueron finalmente reubicados en Kili, una pequeña y aislada isla de 200 acres propiedad del gobierno del Territorio en Fideicomiso de Estados Unidos. Allí tuvieron que hacer frente a numerosas dificultades, entre las que destaca la pérdida de las habilidades necesarias para la autosuficiencia. Situada a 425 millas al sur de Bikini, la isla de Kili carece de una laguna protegida. Así, durante seis meses del año, la pesca y la navegación se convierten en esfuerzos inútiles. Debido a la contaminación radiactiva residual de las pruebas nucleares, la mayor parte de la población bikiniana sigue residiendo en Kili en la actualidad. A finales de la década de 1960 se intentó repoblar Bikini cuando el presidente Lyndon B. Johnson, siguiendo las recomendaciones de la Comisión de Energía Atómica, declaró que el atolón de Bikini era seguro para ser habitado. Sin embargo, en 1978, el Departamento de Energía de los Estados Unidos descubrió que, en el transcurso de sólo un año, algunos de los isleños retornados mostraban un aumento del 75% en su carga corporal de 137Cs. En 1978, los habitantes de Bikini fueron trasladados de nuevo, esta vez a una pequeña isla del atolón de Majuro. A principios de la década de 1980, los habitantes de Bikini interpusieron una demanda colectiva contra el gobierno estadounidense por daños y perjuicios derivados del programa de pruebas nucleares. Aunque la demanda fue desestimada, finalmente se estableció un fondo fiduciario de 90 millones de dólares para su gobierno local. Desde entonces, los dirigentes de los habitantes de Bikini que residen en la isla de Kili y en el atolón de Majuro se enfrentan a la inmensa responsabilidad de determinar cómo limpiar su atolón y, al mismo tiempo, mantener la salud y el bienestar de su población desplazada. Para la comunidad y sus dirigentes, la lucha contra estas decisiones técnicas ha creado una vida de luchas, debates y conflictos, y un futuro incierto. Ahora, se espera que la limpieza radiológica de Bikini comience en algún momento de 1997. El objetivo de este documento, con el apoyo de las opiniones y los recuerdos de los ancianos de Bikini, es relatar la historia y discutir los problemas a los que se enfrentan los primeros desplazados de la era nuclear.