¿Cómo se trata la tos ferina?
El tratamiento de la tos ferina es fácil de conseguir y muy recomendable. Si se inicia pronto, puede ayudar a reducir la gravedad, la duración y el riesgo de complicaciones, sobre todo en los bebés. Por lo tanto, una vez que se ha hecho el diagnóstico o se ha determinado la sospecha de exposición, se debe empezar a tomar antibióticos inmediatamente. Existen varios antibióticos para tratar la tos ferina. Los más populares son la azitromicina, la claritromicina y la eritromicina.
Si ha tenido tos ferina durante tres semanas o más, no se le recetarán antibióticos porque la bacteria ya ha desaparecido de su cuerpo. En este punto, sus síntomas mejorarán lentamente por sí solos, pero su médico querrá tratar cualquier otro daño hecho a su cuerpo mientras estaba enfermo.
Los cuidados de apoyo, como mucho descanso y líquidos, pueden aliviar los síntomas. Comer comidas pequeñas y frecuentes puede ayudar a prevenir los vómitos. También puede ser útil eliminar de su casa cualquier irritante que pueda desencadenar la tos, como el humo, el polvo y los vapores químicos. Desgraciadamente, no se puede hacer mucho por la tos, ya que los medicamentos para la tos de venta libre son ineficaces y se desaconseja encarecidamente su uso.
En casos graves, puede ser necesaria la hospitalización para tratar las complicaciones. Los bebés tienen el mayor riesgo de desarrollar complicaciones graves.
Prevención de la tos ferina
La vacunación infantil reduce el riesgo de contraer la tos ferina, y la vacunación universal de todos los bebés puede limitar la exposición reduciendo el número total de casos. Las vacunas de refuerzo pueden ser necesarias a lo largo de la vida para garantizar que su inmunidad permanezca intacta. Se recomiendan para todos los adultos de 19 a 65 años, y para los adultos mayores que vayan a estar en contacto con bebés de menos de 12 meses.
Debido a que el riesgo de transmisión de la tos ferina es tan alto, si usted o alguien de su familia tiene tos ferina, es probable que su médico sugiera que todos los miembros de la familia reciban tratamiento con antibióticos.
Al igual que muchas otras enfermedades, tener buenos hábitos de salud puede reducir la propagación de la tos ferina. Lávese correctamente las manos con agua y jabón con frecuencia, especialmente si entra en contacto con un individuo infectado. Cúbrase siempre la boca y la nariz al toser o estornudar y límpiese las manos después.